miércoles, 27 de mayo de 2009

Las horas se atraviesan a sí como saetas
y el poeta disuelve en su lengua

el tejido líquido del tiempo
sólo conjuros e incendio

sólo tocarte
para retorcer las cavernas

que la rata en sus labios crea
silencios espacios huecos absolutos vacíos negros

y ausencias en mármol
que traen el brillo del olvido,

cuando en tu nieve caía la fruta mordida
hecha trozos y agonías

te extrañé
y no pude dar con la piedra

de los abismos del azul
del oscuro dorado cielo que veo

mientras destruyo y dibujo tu penumbra en la penumbra
que abraza y abrasa los sólidos bloques

de la memoria.

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