Las horas se atraviesan a sí como saetas
y el poeta disuelve en su lengua
el tejido líquido del tiempo
sólo conjuros e incendio
sólo tocarte
para retorcer las cavernas
que la rata en sus labios crea
silencios espacios huecos absolutos vacíos negros
y ausencias en mármol
que traen el brillo del olvido,
cuando en tu nieve caía la fruta mordida
hecha trozos y agonías
te extrañé
y no pude dar con la piedra
de los abismos del azul
del oscuro dorado cielo que veo
mientras destruyo y dibujo tu penumbra en la penumbra
que abraza y abrasa los sólidos bloques
de la memoria.
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