martes, 23 de agosto de 2011

SABOTEADOR DE SUEÑOS



No sé cómo viste, si de pilcha paqueta,
con sombreros o gorras,


insignes trajes u uniformes


con botas y toda la cosa


(bah, eso no importa)




sólo sé que una tarde te cruza


y te bate la justa, te deja el marote


más tranqui, te juna en tus desvaríos


y lleva, para convencerte, unas clavelinas


con ojos tristes




En su bolsillo lleva un cronograma


de la lluvia y la sequía


(sabe estadística de sueños),


un paquete con una caja


donde Pandora está encerrada


(así llama a su empresa de seguros),


un cuadernito con una mapa


(su título: de la verdad y de la mentira).




Te dice:


acá, hermano, están los buenos


acá, hermano, los hijos de puta.


¿Dónde vas a estar vos?




Lo encontrás por las calles, si pateás unas cuadras;


lo encontrás en la tele, si hacés zapping;


su lengua es diáfana y plateada


como la lengua de Adán torpe


donde la manzana era la manzana


y la serpiente sugirió - ¡gracias Barba! -: pecado.




No le grites: ¡Edénico energúmeno en patéticos espectáculos,


prístino patricio de la caca cacofónico mediática!


(Está dentro de ti, amado amigo.


Dentro está de ti, amigo amado.)




Te dice:


acá, culiao, están los buenos


acá, culiao, están los hijos de puta.




Te acerca para dorar tus soñadoras lágrimas


y te hace recordar que el mundo es pañuelo


y los soñadores deben sonarse los mocos ya.

sábado, 13 de agosto de 2011

APUNTES SOBRE LA CREACIÓN ARTÍSTICA





¿Qué le ocurre al cuerpo del artista cuando crea?


Lo entrega, en litúrgico gesto. En primera instancia, objeto y sujeto se identifican, simbólicamente, y el cuerpo recibe las huellas de la transacción que la imaginación realiza. La imaginación, análoga a la tarea de un demiurgo, no extrae sus resortes poéticos de la nada, sino que, sobre un material en perpetuo caos de sensorialidad e ideas - evocado en el psiquismo del artista - aplica diversos criterios estéticos para producir sensibilidad creadora, que se plasma en una dimensión fulgurante: la obra de arte.


Obra que, similar al proceso de un sueño, es cuidada en su representación mediante mecanismos que la embellecen, la organizan, la duplican al infinito, le imprimen leyes propias. Por ello la obra existe a manera de cosmos, como un todo cerrado, una opacidad con corazón propio, independiente de su creador.


El artista, pues, resulta un puente tendido entre la realidad (o irrealidad) de su tiempo, las huellas del lenguaje estampadas en su sensibilidad y el proceso universal de la cultura.


Su cuerpo podría resultar una metáfora de la humanización del hombre primigenio y de la propia naturaleza. El ejemplo del demiurgo es válido también para el bípedo naciente que construye, en un vínculo único con el suelo de la tierra, los objetos que lo cobijarán en la intemperie y cuya nueva dimensión de lo real irá trastocando su biología y su genética (su vida como especie).


El artista, en el devenir de la creación de su obra, sufre una metamorfosis similar.


Tal como el científico y el radio de su estudio se transforman en el transcurso del conocimiento, el artista crea conocimiento y se crea en su existencia peculiar. Así, en la decadencia de su cuerpo orgánico, da cuenta de las huellas de la perpetua lucha entre el acto de conocer y transformar la realidad dada en universo humano. Hablamos del aspecto antropológico de dicho trabajo.


Trabajo que nos demuestra la dinámica poética de lo subjetivo, lo intersubjetivo y la gestación de humanidad, en un acto de negación de los estados positivos y abstractos de lo que se nos presenta en la inmediatez (Aquí y Ahora). O, si se prefiere, encarnación sublimada de la lucha de deseos (tal como fue descripta por Hegel) y la hominización del primate (Evolución).