martes, 23 de agosto de 2011

SABOTEADOR DE SUEÑOS



No sé cómo viste, si de pilcha paqueta,
con sombreros o gorras,


insignes trajes u uniformes


con botas y toda la cosa


(bah, eso no importa)




sólo sé que una tarde te cruza


y te bate la justa, te deja el marote


más tranqui, te juna en tus desvaríos


y lleva, para convencerte, unas clavelinas


con ojos tristes




En su bolsillo lleva un cronograma


de la lluvia y la sequía


(sabe estadística de sueños),


un paquete con una caja


donde Pandora está encerrada


(así llama a su empresa de seguros),


un cuadernito con una mapa


(su título: de la verdad y de la mentira).




Te dice:


acá, hermano, están los buenos


acá, hermano, los hijos de puta.


¿Dónde vas a estar vos?




Lo encontrás por las calles, si pateás unas cuadras;


lo encontrás en la tele, si hacés zapping;


su lengua es diáfana y plateada


como la lengua de Adán torpe


donde la manzana era la manzana


y la serpiente sugirió - ¡gracias Barba! -: pecado.




No le grites: ¡Edénico energúmeno en patéticos espectáculos,


prístino patricio de la caca cacofónico mediática!


(Está dentro de ti, amado amigo.


Dentro está de ti, amigo amado.)




Te dice:


acá, culiao, están los buenos


acá, culiao, están los hijos de puta.




Te acerca para dorar tus soñadoras lágrimas


y te hace recordar que el mundo es pañuelo


y los soñadores deben sonarse los mocos ya.

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