¿Será el martillo el complemento de
la lupa?
Más que látigos sobre la carne
machucada, la ética debería ser un
tratado de óptica. El lente nos aumenta y corrige. Nos aumenta potencias, nos
corrige tristezas. El superhombre pule cristales. Y siempre viene bailando, con
una corona de rosas en la cabeza.
Después de todo, ya es hora de
entender la moraleja de Adán: le cayó mal la manzana, nada más. Se indigestó.
El mismo Hegel no pudo con tanta sencillez: creyó que la manzana negaba a Adán,
como la flor con el capullo. Peor: quizá pensó que la manzana estaba dentro del
primer hombre, en la negatividad, en la pantanosa noche del mundo, en la
palpitante pulsión de muerte (sonríe
Hegel, Freud te ama).
Pero Zaratustra sí entendió el
asunto de la manzana. Sí casi lo dijo: el Mal es sólo un problema de
intoxicación. También podemos llamarle un problema “fisiológico”, o, mejor, de
indigestión. En fin, se trata del cuerpo. De lo que puede (y afecta) un cuerpo.
Si seguimos en la creencia de la “manzana interior”, la lupa y el martillo no
nos servirán de nada: el dolor, el sufrimiento y la muerte estarán adentro
nuestro. Conocemos esa funesta letanía de lo melancólico, lo resentido y
enfermo de los corazones con problemas estomacales.
Entonces, la lupa al cuerpo: así se
aumentan relaciones con otros cuerpos que compongan y hagan crecer nuestra
potencia. Así lo hizo Zaratustra, por eso su risa alocada.
Yo te quiero ayudar, pobre Adán: sólo has comido una
manzana podrida.
Yo te quiero comprender, pobre Adán: no hay moraleja. No
vuelvas crucificado (no le hagas caso a Hegel ni a tu Padre): no existe el Mal.
Un martillazo para decirte: No existe el Pecado.
Víctor buen día, me ha parecido muy interesante su análisis a la obra de Nietzsche, me gustaría preguntarle, no puede ser interpretado el mismo zaratustra como Dios, entendiendo que el hombre necesita un "orientador" ?
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