martes, 21 de diciembre de 2010

Quienes aman y quienes no

No conocerán el frío

de la herida ni su hiel

devoradora. Más aquel

beso, sosiego de estío,

donde estallan las auroras,

esfumará en sus deshoras

la noche eterna de la vida,

de la mar frágil, dormida.

No sabrán de los suspiros,

de la batalla del dolor

y la ternura, del color

lívido y gris del papiro

donde escribo. (En silencio,

murmura su roca muda

la sonata de la duda,

la plegaria del silencio:

Che più, che più cercando io vò?,

Che più, che più cercando io vò?)

No sabrán de mí ni de vos,

de las águilas plomizas,

del ocaso en cenizas

cuando tirita un adiós

desconsolado. ¡Ay, mi amor!,

no aman si no es con fulgor

de opaco brillo mundano.

Su límite, lo humano;

su orilla, el viento de avaricia

que se apaga en su inmundicia.

Y si hoy la sombra fiera

del destino disipara

mi cuerpo, si me llevara

a un infierno sin quimera

donde el olvido lo quiera,

Isabel: yo iré, templado.

Seguro de haberte honrado,

beso la tierra en tu nombre.

Un hombre sólo es un hombre

si puede decir: “he amado”.

1 comentario:

  1. Pucha que este hombre sabe lo que es el amor. Muy bonito.

    Publiqué aquel borrador que te pasé hace tanto. Fijate qué te parece, también sabés de eso.
    Abrazo grande,
    El lagarto Fleita

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