jueves, 21 de octubre de 2010

Puedo arrojar sobre el papel
palabras desesperadas:
lluvia,
tristeza,
locura…

Puedo añadir a tu nombre
guerras, promesas, ciclos,
crepúsculos.

Puedo desatar la furia de los ritos
de las piedras
de los hechizos en el silencio
del primer humano.

Puedo decirme “soy un hombre”
y perderme en las sombras de la noche.

Tras, el vidrio,
los dedos, el pétalo,
empapado, tras, mis ojos,
otros, ojos, conducen, cielos,
despeñaderos, juntos.

Y, ¿qué son los días después del después?

Los días se atraviesan de caballos
desbocados, los días se angostan
para caber en espejo roto.

Los días guardan el secreto de su secreto.

Puedo decirte “te invito”
y arrastrarte a mis honduras
y ni mucho menos
ni mucho más, puedo.

Sólo este hambre,
manos mías de mi poema
que dice así:
“Puedo arrojar sobre el papel…”

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