miércoles, 22 de julio de 2009

KORCHNÓI

Korchnói y su familia llegaron a Buenos Aires en el 2004, tras escapar de sus tierras, una mañana donde una profunda nevada hundía la ciudad.
Korchnói prefiere no decir de dónde viene. Sólo comenta: “Vengo de un país en guerra. He visto, en mis calles, personas matándose. Tengo el recuerdo de escuchar, cada noche, gritos y bombardeos. Nombrar mi tierra es nombrar la muerte.”
La única vez que lo vi, exhibía unos cuadros en la calle Florida.
Me sorprendió la variedad estilística y formal de su obra.
Contemplé: pinturas impresionistas de paisajes difuminados, expresionismo, composiciones en arquitectura barroca, dibujo académico, coloración experimental, abstracción.
Pensé: “Es como si tuviera frente a mí, un resumen de la historia de las vanguardias”.
Korchnói tiene una habilidad técnica impecable. Sea en pinceladas atadas, sueltas, en la creación de texturas rugosas o limpias, este artista aplica toda la complejidad formal (línea, color, perspectiva, geometrización, etc.) para procesar las impresiones de los paisajes que el exilio le impone.
Una 9 de julio onírica, fugaces pasos de tango, habitaciones, mujeres desnudas en paisajes imposibles, cielos y suelos embarrados o ensangrentados definen una temática folclórica desde una perspectiva originalísima.
Pero Korchnói vende cuadros en Florida. No le interesa presentarse en muestras. No le interesa vender. Exhibe su pintura para que la disfrutemos. ¿Quiénes? Los simples transeúntes que, entre estatuas vivientes, hombres que saltan en vidrio molido, guitarristas y flautistas malditos, caminamos por Florida.
Alto, rubio, con poncho negro y bufanda violeta, observa desde sus ojos claros cada impresión; sin temer a la fugacidad ni contrariarla, Korchnói parte de la realidad sensorial y, a la vez, desde el inconsciente colectivo de cada tierra que su itinerario le depara en función de - y mediante una sutil elaboración de la forma - plasmar su singularísima mirada.
Singular hasta tal punto, que toca el extremo de su opuesto: lo universal, para hacerlo suyo, como los grandes artistas de todos los tiempos.

4 comentarios:

  1. Pincelada porteña, genios ocultos, la belleza de la observación (en el narrador y en el protagonista).
    Disfruto personalmente de este tipo de relatos cortitos y al pie. Verdades de 6 párrafos, al estilo de Korchnói: lindos y gratuitos.

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  2. Iré a conocer a Korchnói en calle Florida y diseminar mi mirada entre tanta belleza… una sorpresa poder leer este relato, continuaré leyendo los demás que ha publicado, pero ya le digo: me parece muy bueno lo que ha escrito sobre Korchnói. Le dejo un saludo. ¡Hasta pronto!

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  3. Señor, solo puedo decirle que es un placer poder leer estos relatos sin tener que comprarlos en alguna feria o librería de Buenos Aires… y es mayor el placer que surge de poder decirle al autor la buena impresión que me han causado… no se moleste en pasar por mi blog, estoy a siglos de distancia de usted… Me hago su seguidor y volveré pronto. Saludos de un aficionado.

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  4. Querido amigo: Muchas gracias por su comentario. Me sorprende encontrar un nuevo lector. Casi no publicito este blogo pues lo tengo para el mero placer del encuentro casual, como el suyo y el de mis escritos. Proximamente publicaré nuevas cosas. Agradezco de nuevo su comentario y me alegro que le guste.

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