Bueno, parece que el éxito de los blogs es escribir en primera persona. Y yo vine haciendo, en este humilde espacio, lo contrario: mucha literatura, poesía, ficción, bla bla. Antes de que mi pobre éter desaparezca, abriré una nueva sección para sus escasísimos lectores. La llamaré, con genialidad, primera persona. Y ensayaré el estilo que se encuentra en la blogosfera. O sea, opiniones, sentencias breves y escurridizas ideas jabonosas. El fin: conseguir más lectores para no cerrar el blog. Todo ámbito de escritura se nutre de lectores y obra; si no, muere, famélico (fané) y desconsolado.
Hoy, en Primera Persona, hablaré de la música.
Ya de purrete me fue dado el asombro de la música. Solía ser un adolescente autodestructivo (como muchos, ¿no?) y, entre los cambios de época,… No, no puedo. Ya me da vergüenza contar anécdotas estúpidas. Por ejemplo: a qué edad debuté, cuándo vomité alcoholizado y si me drogué mucho. Al grano, fracasó mi primer intento de ser un blogger como Dios manda.
De pibe pensaba que la música tenía un significado secreto. Bah, todo debía tenerlo: el universo también. Toda la cuestión cósmica: las estrellas, los mosquitos, las palabras. Todavía estaba Dios, infinito, con su respuesta (después se las tomó, por lo menos para mí). La cosa es que yo andaba con el asunto de encontrarle significado a las cosas. Y la música me perturbaba.
¿Qué significaba, por ejemplo, Adiós Nonino?
Me imaginaba detrás de sus cadencias, de su fraseo rítmico, de su aire a marcha fúnebre o canción de cuna, a Nonino el hombre. Nonino, un ser gallardo y, a la vez, triste. Como el carácter de la pieza.
Y así toda obra musical que me cruzaba. “Claro de luna” era, claro, un claro de luna, cifrado entre sus motivos, secreto en las armonías. El compositor diseminaba en el lenguaje musical, de modo simbólico, un claro de luna.
Hasta que un día escuché una de las baladas de Chopin (la “Balada en sol menor”), y me sentí perplejo. ¿Qué, acaso detrás de esa obra estaba la tuberculosis?
Chopin me hizo mierda. Ya que titulara “Baladas” a sus baladas me desconcertó. En un principio la balada, como forma de expresión artística, no era ni más ni menos que un poema cantado en el cual debían mezclarse a partes iguales lo lírico con lo épico. Bueno, Chopin no remite a ningún texto. Música absoluta.
Un “la” anuncia el comienzo de la balada. Una redonda en clave de fa (el signo de esa clave parece un viejito con problemas en la cintura, medio doblado). Es un “la” misterioso (la manía mía de abusar del lenguaje; un la no puede ser más que un la). La partitura indica pesante. El dibujo melódico crece. Ahora, lo hace con las dos manos. Cada una toca una nota: do-fa bemol-sol-la bemol-fa bemol; de nuevo mi-si-do-la bemol-mi bemol-si bemol-do hasta llegar a lo último de esa frase: fa-mi bemol-re-re. Este “re” que la partitura exige tocar dos veces es el aliento final.
Dos temas tiene esta balada (los temas son, en su definición básica, ideas melódicas). Uno de ellos, muestra la sencillez de la complejidad. Está hecho de seis notas: do-re-fa sostenido-si bemol-la-sol. Listo.
El segundo tema de la Balada son cinco notas en la mano derecha y una octava en la izquierda. Pero, ojo, nada de paz: si bien este tema comienza con un cantábile, la partitura marca luego crescendo, crescendo y molto crescendo. Agitación, vigor.
En una de las muestras más expresivas y contundentes de lo que podía lograr Chopin con un piano, los temas se van mezclando en vértigo de escalas. Una variedad sonora y armónica crea una textura única, llena de contrastes, de riqueza tímbrica, de creatividad en la repetición y en las variaciones (variaciones de alto virtuosismo) de los dos temas de la balada. Esa forma de imbricarse, de intercalarse en tesituras diversas, en tonalidades diferentes, es una persuasiva muestra de la imaginación musical chopiniana. Un desarrollo lleno de sorpresas, con una belleza en su artesanía y en sus recursos como pocas veces dio la música.
La pieza concluye con una coda y una serie de acordes de gran impacto. Un final de octavas en las dos manos, ascendentes y descendentes. Y te deja sin aliento.
Mi conclusión luego de analizar (con torpeza y limitaciones) esta obra fue: la música no significa nada. Nada exterior a ella. Remite sólo a sí. Es un universo dentro del universo. Una tautología de las más básicas: la música es la música. Uno quiere, desesperado, que las seis notas de uno de los temas de la balada signifiquen algo. Por caso, el alma de Chopin; por caso, el aliento musical del romanticismo. Uno quiere que el “la” del comienzo (esa la que debe ser interpretado pesante) signifique, por ejemplo, el preanuncio del nazismo. Pero no. El “la” no significa otra cosa más que una nota.
Esa es la dignidad de la música, su absoluto autonomía.
Tal vez – pienso - suceda lo mismo con todas las artes (la pintura remite a sí misma, la poesía remite a la poesía, regresiones y regresiones infinitas).
Y, tal vez, suceda lo mismo con el universo: todo más allá de él sea una trampa. Como querer darle al “la” otro significado del que tiene. Los otros mundos, las otras dimensiones, etc., remiten fatalmente a este universo (que es la tonalidad donde se mueve toda fantasía de otros “planos”), universo que opera como cárcel y a la vez como maravilloso monstruo.
El universo es musical en un sentido: todo acontecimiento, remite sólo a él mismo.
Bien, otra vez me condeno a no ser leído.
LA BALADA
http://www.youtube.com/watch?v=ZN7nZyicgxA&playnext=1&list=PLA6008D23CA367621&index=2
Sí,pasa muchas veces que estas plataformas son para posteos donde sobran burdas intimidades o busquedas de psicologos gratituitos luego de contar relaciones frustradas,jaja. Bueno, sin entrar a delirar, si no me confundo, estoy escribiendo en el blog indicado, capaz no te acordas quien soy, soy Deborah, una ex compa tuya por un fugaz taller literario allá por el 2003, espero que andes bien.
ResponderEliminarPd: te reconocí en el programa de canal A, el de los esctitores y lectores, tu apellido no lo sabía porque habías mentido aquella vez que publicamos el pequeño librito de relatos del taller, pero el programa te deschavó. :)
Saludos
Deborah
1) También sabés de música. Arte en general, con perdón de la expresión.
ResponderEliminar2) El blog no se cierra.
3) Quiero leerte en primera persona, expresando ideas jabonosas. Y que no se te caiga el jabón!