sábado, 22 de mayo de 2010

LA SAGAZ MINUCIOSIDAD DEL OFICIAL

Era – según las primeras investigaciones - un hombre parco, adusto y solitario y, a pesar de eso, algunos amigos lo definían como alguien amable, dado a los placeres de la conversación (¡cuántos asados en su quincho!) y de expresión serena, alegre, es decir nada que pareciera ocultar detrás de esa máscara una faz retraída, una mente en perpetua especulación, desesperanza y megalomanía; nada y - más aún, menos que nada - si atendemos a las consideraciones que de él tenía una parte de su familia (la materna), a saber: hijo amoroso, padre cálido, esposo leal (aunque sí podríamos pensarlo o sospecharlo si escuchamos las opiniones que de él tenía parte de la familia de su esposa, a saber: hijo hipócrita, padre desalmado y marido infiel - ¿sabían acaso de la mano infinita empuñado en la sombra junta a, etc.?, ¿sabrían o sospecharían los ojos nublados por la sed oscura de la, etc.? -); pero lo cierto – después de todo – es que las opiniones son diversas, salvo en lo siguiente: usaba camisa de manga larga, saco a rayas, zapatos de cuero (a pesar de eso, un servidor asegura que lo vio una vez con un jean clásico y zapatillas sin cordones y campera) y - se asegura – le gustaba tanto el invierno como el verano (más allá de una vieja novia que dijo, categórica: su estación es la primavera y te lo firmo acá); aunque este servidor considera que muchos - conocidos, jefes, quiosqueros - opinaron (olvidé algo importante: muchos lo llamaban Coco; otros, Paisa; otros, Mitra; aunque su nombre era Manuel) muchos - conocidos, etc. - opinaron - decía - que la estación favorita de Manuel estaba relacionada a su día favorito, a saber: un día soleado - según algunos -, templado - según otros -, frío o húmedo, primaveral - según la vieja novia -, de lluvia, a cielo nocturno con eclipse o a cielo diurno con aroma crepuscular y sí, lo sé, nos olvidamos de los datos de valor: Nombre: Manuel Fabricio Imago: Edad: cuarenta y cinco: Profesión: cartero: etc., Estado civil: casado (una amante que tuvo lo definió, sin embargo, como a un soltero empedernido - ¿sospechaba ella de las persecuciones por callejones a, etc.?, ¿y de los gritos de, etc.? -; es más, lo dijo de esta forma: “fue el mejor amante de mi vida y nunca se va a casar con nadie, no podría”); y ese estado civil se correspondía, sin embargo, con su bajo rendimiento sexual (a pesar de lo dicho por su vieja amante); pues - al decir de su esposa - era un hombre lleno de fatigas o migrañas a la hora del acto y víctima de erecciones débiles con eyaculaciones precoces (estas consideraciones maritales le sonarían raras a un viejo amigo de Manuel, un amigo de la universidad que, más o menos, dijo que a Coco - Manuel - le atraían las historias de violaciones (más preciso: las historias de muchachitas violadas en calles desiertas) y esa atracción tal vez se explique porque Coco tal vez haya sido él mismo violado por algún tío perverso - ¿sospechaba ese amigo de la infinita mano y la terrible sed del, etc.? - (esa extraña reflexión llevó al sagaz oficial por la senda correcta: articuló las pruebas, ordenó los testimonios y descubrió los enfermizos móviles que llevaron a Manuel a cometer las horrendas barbaridades con esas pobres colegiales que - según los noticieros locales – eran tan, etcétera)).

2 comentarios:

  1. Me atrapó tu cuento. Me gustó mucho. Genera intriga y el final está bueno.
    ¿Se aceptan críticas constructivas?
    Yo organizaría mejor el texto para facilitar la lectura. Más mayusculas y punto y seguido. Usaría comas en vez de guiones y algún que otro punto y aparte. Yo no se mucho de puntuación pero tampoco se de guardarme al silencio, espero que no te moleste lo anterior porque el contenido está buenisimo y me gustó mucho.
    Saludos.

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  2. Excelente. El narrador confuso le da el matiz necesario a la trama. No llegamos a comprender quién es o cómo era Manuel, Coco, etc. Amé el etc.
    Hasta el final. Ahí salta todo.
    Alta calidad en pocas líneas. Quiero más.
    Abrazo y pasate que hay locuras nuevas.

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