Mire, señor, no se preocupe.
Quien persigue los dos puntos
te acorrala con una flecha sin origen
(habría una vez un café…)
y se toma muy en serio
aquello del “Dios ha muerto”.
¡Truco!
Encanta Su señor (¡ría!) una golondrina
y simula una espada
con forma de dársena.
(Mire, mi amigo, una vez habría tal desmesura en mis ojos,
no crea, no, no hay fábulas, no, barro en su vereda.)
A ver si entiendo, alegoría de café.
¿No te dijeron? Ayer hubo un festín
y ahora, vitte, puro desmadre, amigo.
¡Qué va!
Nada sabrás: metrallas,
entrañas,
úlceras
y un espejo
en la concavidad
del mundo.
¡No quiero! ¿Retruco?
La mesa destila, no, restos
de mi orgía, no, de mi día, no, trágico de espuma, no,
el día, no, se estampa, no, en las cinturas de una taza.
(Era un año de lo más común).
Siempre habrá una última mano, vale cuatro incluído, el ancho de espadas, y empinar el último sorbo de vino al levantarse victorioso... digame, si no es verdad...
ResponderEliminarLo felicito, Victor, usted es un artista.
Efectivamente lo es.
ResponderEliminarLa empezamos por teléfono y la seguimos por café. Creo que da para discutir hasta el infinito...